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sábado, 29 de noviembre de 2014

ADVIENTO "TIEMPO DE ESPERANZA Y DE COMPROMISO"

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"ADVIENTO "TIEMPO DE ESPERANZA Y COMPROMISO"







                                    


Hoy, a unos días de vivir una nueva Navidad, vamos a tratar de reflexionar sobre este nuevo acontecimiento.


Nos pueden ayudar diez ideas:


1.- Adviento es una palabra de etimología latina, que significa “venida”.

2.- Adviento es el tiempo litúrgico compuesto por las cuatro semanas que preceden a la Navidad como tiempo para la preparación al Nacimiento del Señor.

3.- El adviento tiene como color litúrgico al morado que significa penitencia y conversión, en este caso, transidas de esperanza ante la inminente venida del Señor.

4.- El adviento es un periodo de tiempo privilegiado para los cristianos ya se nos invita a recordar el pasado, vivir el presente y preparar el futuro.

5.- El adviento es memoria del misterio de gracia del nacimiento de Jesucristo. Es memoria de la encarnación. Es memoria de las maravillas que Dios hace en favor de los hombres. Es memoria de la primera venida del Señor. El adviento es historia viva.

6.- El adviento es llamada vivir el presente de nuestra vida cristiana comprometida y a experimentar y testimoniar la presencia de Jesucristo entre nosotros, con nosotros, por nosotros. 

El adviento nos interpela a vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor en el justicia y en el amor. 

El adviento es presencia encarnada del cristiano, que cada vez que hace el bien, reactualiza la encarnación y la natividad de Jesucristo.

7.- El adviento prepara y anticipa el futuro. Es una invitación a preparar la segunda y definitiva venida de Jesucristo, ya en la “majestad de su gloria”. Vendrá como Señor y como Juez. 

El adviento nos hace proclamar la fe en su venida gloriosa y nos ayuda a prepararnos a ella. 

El adviento es vida futura, es Reino, es escatología.

8.- El adviento es tiempo para la revisión de la propia vida a la luz de vida de Jesucristo, a la luz de las promesas bíblicas y mesiánicas. 

El adviento es tiempo para el examen de conciencia continuado, arrepentido y agradecido.

9.- El adviento es proyección de vida nueva, de conversión permanente, del cielo nuevo y de la tierra nueva, que sólo se logran con el esfuerzo nuestro -mío y de cada uno de las personas- de cada día y de cada afán.


10.- El adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confío en la palabra de Dios, que se dejó acampar por El y en quien floreció y alumbró el Salvador de mundo.(Iglesia Actualidad)


Ahora, volvamos nuestra mirada a aquella escena del nacimiento del niño Jesús.



Hace unos años un sacerdote amigo me envío una reflexión que quisiera compartir con ustedes -algunos lectores de lugares muy alejados- se trata de la historia de una pequeña, la podríamos denominar:

¿CUÁNTO CUESTA UN MILAGRO?
(Una historia real)

 Tess era una niñita, algo precoz, de ocho años, cuando escuchó a sus padres hablar de su hermanito menor Andrés. Todo lo que pudo entresacar de la conversación fué que Andrés se hallaba muy enfermo y la familia no tenía dinero.

Hasta el punto esto era así que estaban obligados a cambiar de casa a otra más pequeña porque el padre no podía seguir pagando la cuenta del médico y la hipoteca de la casa en la que vivían.

A Andrés sólo podía salvarlo una cirugía muy costosa y todo parecía indicar que la familia no tendría forma de conseguir el dinero.

-"Sólo un milagro podría salvarlo ahora- oyó la niña que el padre le decía en un susurro con desesperación apenas contenida, a una madre que no podía ocultar las lágrimas.

Tess fue a su dormitorio y sacó el bote de mermelada escondido en las profundidades del ropero. Vertió sobre la alfombra todas las monedas que había en él y las contó con mucho cuidado. Para estar segura, las contó tres veces. Sentía que, por alguna misteriosa razón, no podía equivocarse.

Las tres veces llegó a la misma cantidad. Segura de no haberse equivocado, metió otra vez las monedas dentro del bote, enroscó la tapa y, sin decir nada a nadie, se escabulló con él por la puerta trasera de la casa. Caminó unas 6 manzanas hasta la farmacia en la que siempre la familia había comprado los medicamentos.

Esperó pacientemente a que el farmacéutico le prestara alguna atención pero el hombre parecía estar demasiado ocupado justo en ese momento charlando animadamente con un caballero. Tess arrastró sus pequeños pies sobre el piso, tanto como para hacer algún ruido que llamase la atención pero, ¡nada! Carraspeó, limpiándose la garganta con el sonido más desagradable que pudo producir pero, ¡otra vez nada! Finalmente, cansada de pasar desapercibida, sacó una moneda del bote y la estrelló con fuerza sobre el mostrador. Ese recurso funcionó.

-"¿Qué es lo que se te ofrece?" -preguntó el farmacéutico algo molesto- "Estoy hablando aquí con mi hermano a quien no he visto en años." -agregó, sin esperar demasiado la respuesta de la niña

Con el mismo tono de voz, bastante picada, Tess le respondió:
-"Bueno, yo también quiero hablarle de mi hermanito. Está muy, pero que muy enfermo... y quiero comprarle un milagro."

-"¿Un qué!? -preguntó el farmacéutico, pero la niña, sin hacerle mayor caso, prosiguió:
-"Se llama Andrés y tiene algo malo creciéndole adentro de la cabeza y mi papá dice que solamente un milagro puede salvarlo ahora. Así que: ¿cuánto vale un milagro?"

-"Lo lamento chiquilina, pero no vendemos milagros aquí. Desgraciadamente no te puedo ayudar" -respondió el farmacéutico, ablandándose un poco. Pero la niña no se dejó amilanar:

-"Escúcheme, tengo el dinero para pagarlo. Y si no alcanza, voy a conseguir el resto. Solamente quiero saber cuánto cuesta
".

El hermano del farmacéutico era un caballero muy bien vestido. Hasta ese momento había permanecido en silencio pero, ante el cariz que estaba tomando la conversación, bajó sus ojos hacia la niña y le preguntó muy amablemente:

-"¿Y qué clase de milagro necesita tu hermano exactamente?"

-"No sé." -respondió la niña con voz triste- "Solamente sé que está muy enfermo y mamá dice que hay que operarlo pero papá no tiene el dinero que hace falta. Así que quiero usar el mío y comprarle lo que necesita."

-"¿Y cuánto tienes ahí?" -quiso saber el caballero
.
-"¡Un euro con once céntimos! -respondió Tess rápidamente.
"Es todo lo que tengo por ahora, pero puedo conseguir más si hace falta..."

-"¡Bueno, pero qué casualidad!" -replicó sonriendo el hermano del farmacéutico- "Un euro con once céntimos es justo lo que vale un milagro para hermanitos enfermos."

La niña contó el dinero, el caballero lo recibió y lo guardó; luego puso una mano sobre el hombro de la niña y le dijo:
-"Bien. Ahora vamos a tu casa. Quiero ver a tu hermanito y conocer a tus padres. Veamos si tengo la clase de milagro que necesita. Si lo tengo, es un trato hecho. Si no llego a tenerlo, te prometo que te devuelvo todas las monedas."

El destino quiso que el hermano del farmacéutico fuera el Dr. Carlton Armstrong, en su momento, uno de los mejores neurocirujanos del mundo. La operación se llevó a cabo en forma gratuita y al cabo de unos meses Andrés se hallaba de regreso en su casa recuperándose favorablemente.

Sin embargo, el hecho es que ni Tess, ni Armstrong revelaron jamás a nadie la transacción que habían realizado en la farmacia. De alguna manera, permaneció siendo un pequeño secreto entre los dos.

-"Esa cirugía" -dijo la madre de Andrés muchos años más tarde- "fue un verdadero milagro. Lo que me pregunto es cuánto habrá costado en realidad."

Tess, convertida ya en una brillante profesional, sólo sonrió. Ella sabía exactamente el precio de un milagro: un euro con once céntimos... más la fe inquebrantable de una chiquilina de ocho años.

Un milagro no contradice lo que sabemos del Universo.

Es simplemente un hecho que responde a algo que todavía no conocemos y que solamente podemos, a veces, presentir.

Dios sigue tocando las vidas de mucha gente y haciendo que esos milagros sucedan.

Frente a lo que nos interpela esta historia REFLEXIONEMOS:

Tu propia vida es un milagro Divino: puedes ver, tocar, sentir, oler, saborear, amar, perdonar... Pero sobre todo PUEDES AYUDAR a tu prójimo.

Hoy decía un sacerdote, durante su homilía: “la Navidad no es una fecha, no es un lugar, la Navidad es un estilo de vida”

Y ese estilo de vida nos lo enseñó el mismo Jesús, y lo hizo de la siguiente manera:

"Se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura”. (Evangelio de Juan, 13,2-9).

Y esto es la Navidad, donación, servicio, ayuda…

EL MILAGRO DE PODER AYUDAR PONIÉNDONOS AL SERVICIO DE LOS DEMÁS.

Les aseguro que de esta manera he visto muchos milagros, que además se han pagado con menos de 1€ y once céntimos, se han pagado con un beso, un abrazo o mejor, con una sola mirada de complicidad. 


También meditando sobre el tema del Adviento se me ocurrió pensar es que Cristo ya nació, murió y resucitó, Él está definitivamente entre nosotros.

Frente a este acontecimiento entonces tenemos que RE-NACER. Renacer a la Gracia, al apostolado, al amor y al compromiso ambiente.



Cuando un niño nace llora, grita, pero en cambio es la alegría del padre, no será que pasa lo mismo con nosotros y con Dios. El camino de Dios pasa siempre por el camino del hombre. El camino de hombre empieza en el seno materno lo mismo sucede con María y Jesús, Dios se hace carne, lo concibe por obra y gracia del Espíritu Santo y comienza a habitar entre nosotros. Se hace hombre.

Ahora, Cristo nace y los suyos no lo reconocieron. En efecto, en el pasaje del Evangelio de los discípulos Emaus, "algo les impedía reconocer a Dios".






También nosotros tenemos que remover todo aquello que nos impide reconocer a Cristo que viene. Cada uno sabe que es aquello que le impide vivir en plenitud la Gracia. 

Siempre tendremos que luchar contra el hombre viejo pero Dios en su infinita misericordia siempre nos ama, nos espera, y nos perdona.

En Navidad nos deseamos ¡Feliz Navidad!. Este es el augurio que le manifestamos todos los años a amigos y familiares. Es también el que manifiesta el Obispo a toda su Iglesia.

Nebulosa de la mariposa. Foto NASA

Pero me pregunto puede ser realmente feliz esta Navidad, cuando no podemos hacer abstracción y olvidarnos de que hay mucho sufrimiento y amargura entre nosotros. Hay demasiado miedo, tristeza, pesimismo, individualismo, materialismo.

También hay todavía heridas muy profundas. ¡Cuánto nos cuesta perdonar! Cómo duele la insensibilidad, la injusticia, la corrupción, sobre todo del grupo encaramado en el poder que no saben hasta con qué quedarse, son insaciables, las terribles desigualdades, desproporciones entre los salarios de los jerarcas del regimen gobernante y por, ejemplo, el haber mínimo de los jubilados, cuánto afectan a nuestra sociedad los negociados, las coimas monstruosas que achican la Patria, el desempleo creciente, la marginación, el desencuentro. Todo unido a una inseguridad que afecta a la sociedad toda. Estamos, aunque la Sra.Presidente no lo quiera reconocer ante "la cultura del descarte como la llama Francisco".

Es que sucede que muchos se han olvidado de Dios, que es nuestro Padre y han dejado de anunciar y vivir el Evangelio. Construyen un mundo de espaldas a Dios, prescindiendo de El en una total indiferencia y le rinden adoración al dios dinero.

Nosotros, frente a esta realidad que nos golpea tenemos que comprometernos a vivir una Navidad distinta este año: menos superficial y pasajera, más honda en la oración, más generosa en el amor, más sincera en el perdón y en el reencuentro. Una Navidad de renovación interior y de reconciliación fraterna.

En esta realidad del hoy y aquí que nos toca vivir celebramos otra vez el nacimiento del Niño Jesús. Él es nuestra Esperanza, Él es nuestra Paz. Por eso porque creemos en la Paz la pedimos y porque creemos en la eficacia del amor lo comprometemos.

Nuestro accionar nos exige en primer lugar ser fieles a nuestra propia conciencia. Es indispensable que vivamos en coherencia entre la fe que predicamos y la vida que vivimos.

Es preciso que vivamos conforme a las exigencias del Evangelio y a la expectativa de nuestros hermanos. En definitiva fidelidad al Plan de Dios sobre nosotros y la historia.

Dios nos quiere santos y nos señala hoy unos puntos necesarios para alcanzar la santidad y estar en posesión de lo “verdadero”: la fidelidad en lo pequeño, la autenticidad y el no perder de vista que Dios conoce nuestros corazones.

La fidelidad en lo pequeño está a nuestro alcance. Nuestras jornadas suelen estar configuradas por lo que llamamos “la normalidad”: el mismo trabajo, las mismas personas, unas prácticas de piedad, la misma familia... 


En estas realidades ordinarias es donde debemos realizarnos como personas y crecer en santidad. «El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho» (Lc 16,10). Las pequeñas cosas, en efecto, sin ir a lo que deslumbra a lo pequeño que unido uno a uno como una cadena se convierten en grandes cosas.


Es ahí, en el mundo temporal donde desarrollamos nuestra vida familiar, laboral, etc donde tenemos que jugarnos nuestra salvación. Donde tenemos que encontrar a Cristo en los hermanos que Dios nos ponga en el camino.  


Sino perseveramos en nuestro ambiente y circunstancia de vida no hay vida de Gracia, consciente, creciente y compartida. 




Capas de la atmósfera de la Tierra, de colores brillantes muestra como el sol se levanta.Foto tomada desde Estación Espacial Internacional por uno de tripulantes de la Exp.40



Tenemos que ser constructores de la Esperanza que no defrauda, caminar en la unidad y en la solidaridad.

Todos deberíamos preguntarnos: Qué nos pide el Señor en su venida? Qué hemos hecho para reconocerlo en los hermanos?...

Hemos sido testigos del evangelio en nuestro ambiente y circunstancia de vida? Hemos sido portadores de la verdad, de la justicia, de la paz? Hemos trabajado por la unidad?

No podemos olvidarnos de una de las más urgentes bienaventuranzas: "Felices los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios".

En definitiva, para nosotros, laicos, la santidad sigue siendo el desafío más grande. Estamos llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad. 

 

Juan Pablo II insistía sobre este aspecto. "No tengaís miedo de aceptar el desafío, ser hombres santos. No olvideis que los frutos del apostolado dependen de la profundidad de la vida espiritual y de la intensidad de la oración, de una formación constante y una adhesión sincera a las directrices de la Iglesia. Si vivís el cristianismo sin compromiso podreis incendiar el mundo".(Congreso Mundial del laicado, Roma 24-26 Nov.2000). 


Recientemente nuestro querido Card.Bergoglio, Papa Francisco, publicó su primera Exhortación apostólica de Motu Propio "Evangelii gaudium".

El diario oficial vaticano tituló su comentario editorial del martes 26 de noviembre, fecha de publicación de la exhortación apostólica, como «El “sueño” de Francisco».


Se trata de un sueño, sí, de un sueño posible, necesario e ineludible. Es el sueño de la conversión personal y pastoral en clave misionera. Es el sueño de  hacer posible la revolución de la alegría del Evangelio. El sueño de la misericordia, la ternura y el cariño. El sueño de Jesucristo.

La Evangelii gaudium expresa lo que el Papa Francisco quiere y espera de la Iglesia y del mundo. 

Reitera que quiere una Iglesia pobre y para los pobres porque la opción por los pobres es una irrenunciable opción evangélica. Francisco espera y desea asimismo una Iglesia caritativa, más del Evangelio, en actitud permanente de discernimiento, sinodalidad y comunión. 



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Descentralizada, desburocratizada, desmundanizada -«¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes litúrgicos o espirituales!»-, en estado de permanente misión. 

Una Iglesia que solo evangeliza cuando se deja continuamente evangelizar. Una Iglesia madre de corazón entrañable, casa de puertas abiertas, donde haya sitio para todos. 

Una Iglesia no autorreferencial, triunfalista y encantada de conocerse. Y tampoco una Iglesia desalentada, desnortada, muda, quedada, quieta, triste, encerrada. Es una Iglesia enferma.

Francisco quiere una Iglesia en salida, una Iglesia que sabe que es impostergable su renovación y cuya identidad y misión es la dulce y confortadora alegría de evangelizar.

El mundo que la Evangelii gaudium anhela es un mundo donde no exista una economía de exclusión y de descarte, donde no se idolatre al dinero, donde reine la ética, donde sean posibles la paz y la justicia anunciadoras del Reino.

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                   Le pedimos a la Santísima Virgen María


Virgen de la Nochebuena,

Nuestra Señora de la luz y de Paz,

que nos enseñe a vivir la Navidad,

nos entregue a Jesús y nos haga

verdaderamente felices en su pobreza,

en su silencio, y en su fidelidad.





                           
 ¿QUÉ TIENES ADVIENTO?


En Adviento, quien desespera, es porque no espera
ni quiere esperar en nada ni en nadie

En Adviento, quien no espera, es porque –tal vez- sólo espera en sí mismo

En Adviento, quien espera, es porque sabe que lo bueno está por llegar

En Adviento, quien espera, es porque intuye que Alguien está por llegar


¿Qué tienes Adviento que mudas la noche en día
y transformas la soledad de vértigo en compañía?

¿Qué tienes Adviento que nos empujas
y nos animas contra toda desesperanza?

¿Qué tienes Adviento que nos despiertas del letargo de la monotonía?

¿Qué tienes Adviento que levantas nuestra vista hacia el horizonte?

Tienes la luz que iluminará la noche más estrellada de la Navidad

Tienes el despertador que espabila la fe dormida

Tienes, más allá de la Navidad, la llegada de Aquel
que de una vez por todas vendrá hasta nosotros

Tienes, en ti mismo, la fuerza que nos invita a pensar
en un Dios que viene al encuentro del hombre


¿Qué nos das, Adviento, para que en ese dar,
siempre siembres un poco de paz y de sosiego?

¿Qué secreto te traes entre manos, Adviento,
para que se nos vayan desvelando tantos misterios?

¿Qué grandeza nos descubres, Adviento,
para que el corazón vuelva del rencor al amor y el hombre de la violencia a la paz?

Tienes la Palabra que, entretejida desde antiguo en profecías y silencios
por fin se cumple

Tienes la capacidad de asombrarnos ante un mundo que nos adormece

Tienes, entre otras cosas, la caricia de Dios
que hace que desparezca la parte más negativa del ser humano.

Gracias, Adviento,
porque haces de nuestra mente un pensamiento para Dios

Gracias, Adviento,
porque nos invitas a volvernos sobre nosotros mismos

Gracias, Adviento,
porque cuentas con nosotros como vigilantes de un gran amigo

Gracias, Adviento,
porque aún siendo hijos de Dios,
sabemos que tenemos mil defectos que dejar en el camino,
para poder entrar con libertad, sin dificultades y con amor en Belén.

Javier Leoz


JMP+

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