-
+

MENU

miércoles, 27 de marzo de 2013

PASCUA DE RESURRECCIÓN. EL HOMBRE HOY Y AQUI. DESAFÍOS. SIGNOS SENSIBLES . LA LUZ, EL AGUA Y EL PAN-EUCARISTÍA.



+
PREPAREMOS NUESTRA PASCUA DE RESURRECIÓN.

El hombre hoy. 

Necesidades y desafíos que plantéa la sociedad a la luz de la fe.
La Reconciliación y el llamado de Dios.



Photo:


Estamos de cara a vivir el triduo pascual la celebración del misterio de la muerte y la resurrección de Jesús.

Para que esta Pascua sea una verdadera Pascua de Resurrección es preciso prepararnos para que renazca en nuestros corazones la Luz y la Esperanza nueva que iluminará la gran noche de vigilia pascual para todo el mundo.

Vamos a meditar en forma muy sencilla, muy simple y muy fraterna.
Les propongo iniciarla con la certeza, con la seguridad de que Cristo resucitó. Si Cristo resucitó todo se ilumina en nuestra vida.


Photo: JESUS CAMINO DE LA CRUZ

Habrá en nosotros una alegría contagiosa, una paz profunda, y, una esperanza firme.

Porque Cristo resucitó todo cambiará en el mundo y también ALGO tiene que cambiar en nuestras vidas. Por eso tenemos que prepararnos para vivir con todo la vigilia pascual que signifique un cambio profundo en nosotros.


Es cierto que hoy se hace difícil toda vez que se extiende en nuestros ambientes el secularismo, el permisionismo, la confusión doctrinal, el materialismo destructor, el relativismo, el individualismo, la tolerancia, la corrupción. Pero podemos vencer en tanto y en cuanto nos mantengamos unidos a Cristo.

   The butterfly nebula


No obstante estos signos negativos, para vivir con todo la vigilia pascual pienso que tenemos que apuntar a realizar en primer lugar un encuentro consigo mismo, San Agustín, ”conócete a ti mismo”  “que me conozca a mí para que te conozca a tí”, un encuentro con Dios y un encuentro con nuestros hermanos. Un encuentro fuerte, profundo y definitivo.

En este primer paso es necesario pararse y reflexionar. Es decir, hacer una especie de alto en el camino para mirarse por dentro, para remar mar adentro. Ver nuestro interior. Sin miedos. Ser capaces de pasar nuestra propia película, la película de nuestra vida. Sin cortes. Con toda la realidad.

Estar dispuestos a librar la lucha interior. Ser conscientes que el hombre viejo está presente  en nuestros enemigos –el orgullo, la envidia, el sexo, los ojos, la pornografía, la autosuficiencia, el libertinaje, el ansia desmedida de tener que nos esclaviza. Sabiendo que Dios es el gran perdonador. Él lo perdona absolutamente todo basta nuestro arrepentimiento y pedir perdón.

Una revisión interior que nos permita cambiar lo que anda mal. Darse cuenta que por ahí nuestra mentalidad tiene que cambiar que tenemos que madurar, que tenemos que crecer, que nuestra voluntad y nuestra fidelidad tienen que ser más firmes, que tenemos que ser más solidarios, más transparentes, más fraternos.

Para ello  es necesario morir a todo aquello que nos aparta de Dios, tenemos que cambiar todo aquello que vemos en nuestro interior que nos obstaculiza para encontrarnos con el Señor y desde allí abrirnos y encontrarnos con nuestros hermanos. 

Es preciso luchar sin miedos con el hombre viejo que siempre vuelve.  Es algo así como caerse y volver a levantarse en un ejercicio espiritual inacabable.



Foto:
 Aurora boreal


Jesús quiere hechos concretos. No grandes planes, objetivos generales, sino propósitos definidos y precisos. Caminar firmes, con entereza sin ceder frente a las contradicciones.

En el fondo es un convertirse permanentemente. La conversión es diaria. Siempre estamos optando. Somos pecadores pero hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios por tanto tenemos también dentro de nuestro ser esa parte buena del hijo pródigo que siempre está volviendo a la Casa de Padre. 


Foto:

Para encontrarnos con nosotros mismos hace falta también el SILENCIO. Tenemos que buscarlo. En general tendemos a huir del silencio, nos parece tiempo muerto o por ahí porque nos grita y nos acusa. Pero cuando estamos en silencio, ALGUIEN habla adentro nuestro para llamarnos, para corregir rumbos para guiarnos. No es fácil meterse en el silencio cuando regresamos a casa lo primero que hacemos es encender la TV, la computadora o la radio, a veces, incluso aunque no haya nada de importancia.

Pero es necesario descubrir el valor del silencio  --la medida de tu silencio es la medida del encuentro con lo eterno y lo infinito, don Dios-.


Miremos a María, en el silencio de María, en ese silencio nació la VIDA, en nuestro propio silencio, si es activo y maduro como el de María, si es movido por el Espíritu Santo, nacerá también en nosotros la LUZ que es CRISTO y nos encontraremos con Él. Sabremos quienes somos. Hijos de Dios y hermanos de los hombres.

Entonces se trata de: 

a) salir, LIBRARNOS de un estado que debe cambiar y encontrarnos con Cristo que todos los días se nos revela y comunica. 

b) tenemos que tener bien claro que si por el Bautismo nos transformamos en hijos adoptivos de Dios mediante el agua y el Espíritu Santo quedamos insertados en el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia. El espíritu habita en los bautizados como en un templo. Somos templos vivos del Espíritu Santo.

En suma, encontrarse a sí mismo es algo más:




Es volver 1). A  descubrir o redescubrir la punta del camino, el punto de partida; es decir, lo que Dios quiere de nosotros, 

2) es descubrir su PLAN, no mi plancito, sino el PLAN DE DIOS en nuestra vida, por tanto es volver a sentir profundamente como nueva nuestra VOCACIÓN , nuestra profesión, nuestra vocación sacerdotal, nuestra vida matrimonial, 

3) es volver a descubrirle el gusto a las tareas de todos los días, tratando de sacarle el cansancio y la monotonía; 

4) es volver a sentir la ALEGRIA DEL SERVICIO: en la oficina, en el consultorio, en el negocio, en el hospital, en la calle, en el altar o en la pequeña capilla; 

5) es sentir la alegría de sentirnos útiles y que en realidad toda la vida es una vocación y toda vocación es un servicio y todo servicio es una salvación.

En cualquier lugar donde nos encontremos, nuestro ambiente ordinario y nuestra circunstancia de vida hay que velar y vigilar. Que nuestra mente, nuestro corazón, nuestro obrar  estén siempre  atentos al llamado de Dios Padre a esforzarnos esperanzados a vivir en santidad con obras.

No se trata de teorizar sino de abrir nuestro corazón y dejar que  Dios sea el fundamento para que nuestra esperanza se traduzca en  un DAR-SE y en buscar hacer siempre el bien a los demás.


Foto:



LOS SIGNOS SENSIBLES DE LA CELEBRACIÓN PASCUAL

Luego para apoyarnos reflexionaremos sobre los signos sensibles de la celebración pascual: LA LUZ, EL AGUA Y EL PAN=EUCARISTÍA.

El tema de LA LUZ sería como decir el tema de los testigos de la  resurrección de Jesús.
En la noche de vigilia pascual TODO SERÁ NUEVO.

En la puerta del templo el sacerdote bendecirá el fuego nuevo, LA LUZ NUEVA como signo de purificación.



Photo:

Luego, entraremos en el templo precedidos por el cirio pascual que lleva el celebrante en sus manos, símbolo de Cristo hombre-nuevo-resucitado.

Nosotros también iremos encendiendo interiormente a medida que encendamos nuestro propio cirio en el cirio pascual sentiremos que una luz nace en nosotros que un fuego nos quema, nos purifica y nos cambia. Nos iremos pasando la luz, para comprometernos a ser testigos.

Después el sacerdote bendecirá EL AGUA que viene a ser como el seno virginal   de MARIA en el cual la PALABRA se hizo carne y habitó en nosotros. Esa agua nos dará la vida nueva en Jesús y nos hará hombres nuevos en el Señor.

Y una vez que sintamos que todo se ha iluminado en nuestra vida que hemos nacido otra vez en Cristo Jesús por el Espíritu, entonces entraremos a participar de la Cena del Señor LA EUCARISTÍA.

Es que todo en la vigilia pascual será nuevo EL FUEGO, LA LUZ, EL PAN. Son SIGNOS de un MUNDO NUEVO, DE UN HOMBRE NUEVO Y DE UNA SOCIEDAD NUEVA.

Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de que algo nuevo suceda en nuestra vida, que algo suceda en mi m2; es decir, mi ambiente y circunstancia de vida. Allí donde se desarrolla mi vida cotidiana. Mi familia (para que sea una familia luminosa), mi trabajo, mi profesión, mi comunidad, mi parroquia.

Y eso nuevo sucederá en la medida en que por LA LUZ  se encienda de nuevo la Fe en nuestros corazones y nos comprometa aún más con la vida.

En la medida que asumamos nuestro compromiso de bautizados y nos sintamos como verdaderos: Hijos de Dios, Hermanos de Cristo, Templos vivos del Espíritu, Señores de las cosas y del universo y no esclavos de las cosas y protagonistas activos de la historia.

En la medida en que construyamos LA UNIDAD significada en EL PAN y SEAMOS SIEMPRE SEMBRADORES DE ESPERANZA Y CONSTRUCTORES DE LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR.


LA LUZ. 
El fuego nuevo - La luz nueva - el Hombre nuevo.


photo

Vamos a tratar de detenernos un poco más en el significado de la luz. Puede decirse que el tema de la LUZ  traspasa toda la Sagrada Escritura desde la primera hasta la última página.

¿Qué es lo primero que hace Dios en la creación? LA LUZ. En el primer capítulo del Génesis leemos:  “Que Dios hizo el cielo y la tierra que todo era todavía informe y caótico y que el espíritu de Dios planeaba sobre las aguas. Entonces Dios dijo: “Que se haga la luz y la luz se hizo. Y vio Dios que era buena y separó la luz de la tinieblas, y a la luz la llamó DIA y a las tinieblas NOCHE. Y así de aquel atardecer y de aquella mañana, hizo Dios el primer día de la creación”.

Vemos así qué bueno es Dios. Lo primero que hace es la luz. Qué buena es la luz.

En el último libro de la Sagrada Escritura del Nuevo Testamento, el APOCALÍPSIS se habla nuevamente de la luz. Dice: ”Cuando la ciudad santa, la Jerusalén definitiva aparezca no hará falta ni la luz del sol ni la luz de la luna, porque la claridad de Dios se volcará entre los hombres”.
La gloria de Dios será la luz y la lámpara será el Cordero. No habrá necesidad de luces humanas . Entre la primera luz de la creación y la última de la Apocalípsis toda la historia de la creación es una historia de la lucha entre las tinieblas y la luz.

Pero hubo un tiempo en que aparece la LUZ DE GALILEA: JESÚS. La luz estaba desde el principio en Dios que era la vida que venía siempre al mundo, se hizo carne en las entrañas virginales de MARÍA. Dice Isaías que “los pueblos que marchaban en tinieblas han visto una gran luz”.
Se hizo la seguridad , se comunicó la alegría, se inició la esperanza entre los hombres.

Es que nació la la luz en la historia JESÚS: Y Él nos dirá: “Yo soy la luz del mundo el que me sigue no andará en tinieblas. Sino tendrá la luz de la vida. Mientras estoy yo tenéis luz, caminad como hijos de la luz”.
Es la historia de Jesús, la historia que se hizo carne que por ahí pretendieron apagarla  momentáneamente, transitoriamente en la pasión.

Es también la historia de la luz que salta del sepulcro para contagiar, transmitir a los hombres la seguridad, la alegría, la esperanza ya que todo esto significa la luz.

San Pablo les dirá en los Efesios: “en mi tiempo ustedes fueron tinieblas pero ahora son luz en el Señor; caminen como hijos de la luz”...
Los FRUTOS  de la LUZ  son: LA VERDAD, LA JUSTICIA Y EL AMOR.
Ahora preguntémonos: ¿Somos hijos de la luz?.

El mundo, nuestro ambiente. Reconoce en nosotros el rostro de Cristo?. Somos testigos creíbles?.

Al prepararnos para la Pascua tenemos que preguntarnos sinceramente si tenemos conciencia  de ser realmente luz. Porque la luz COMUNICA SEGURIDAD, CONTAGIA ALEGRÍA, ANUNCIA ESPERANZA. Realmente somos así?. Miremos profundamente nuestro interior y veamos si hay algo que cambiar?.

Dijimos que la luz es SEGURIDAD. Lógico, de día caminamos más serenos, tranquilos, seguros todo se hace más claro. De noche, cuando por ahí tenemos miedo, lo que hacemos prendemos la luz. Que feo cuando se corta la luz en la casa no podemos movernos con seguridad, nos llevamos las cosas por delante, no encontramos lo que buscamos. Es que la luz nos da seguridad. Ahora preguntémonos: Si damos seguridad a todos aquellos que esperan? O más bien vivimos en la inseguridad y en el miedo.
Si estoy seguro de que Cristo resucitó de que vive entre nosotros no tengo porque tener miedo.

Dijimos también que la luz es signo de ALEGRÍA. Cuando hay luz nos sentimos más felices. La luz es alegría en cambio la oscuridad es inseguridad y tristeza.

Pero miremos un poco el mundo que nos rodea en este momento de la historia, época de tecnologías, de redes sociales y de comunicación; ese mundo de hoy y aquí, pese a los adelantos tecnológicos, no es cierto que es un mundo en el que vemos mucha tristeza, inseguridad y búsqueda. No es cierto que sufre y hay dolor?. No es cierto que la corrupción se adueña cada vez más de nuestra sociedad, que la obsesión del tener más está por sobre el ser más. Que existe un  ansia de poder desmesurado, que la lacra de la corrupción  corroe hasta las mismas raíces de nuestra sociedad.

Pero frente a todo esto los cristianos debemos sobreponernos y ser  realmente testigos de alegría. Cuánto duele cuando a veces se pierde la alegría de ser cristianos. Como duele cuando nos dejamos vencer por los problemas y cuando perdemos la alegría de ser cristiano.

La luz es alegría, pero si nos miran y nos ven siempre tristes, achanchados, aplastados, si nos ven cansados, aburridos. Miremos qué van a descubrir los hombres en nosotros?.  A pesar de todo tenemos que pedir al Señor que seamos capaces de contagiar la alegría de que Cristo resucitó y que Él es nuestra Esperanza.

Y, finalmente, la luz es signo de Esperanza, de vida.


Aquí tenemos que preguntarnos con toda sinceridad si a través de nuestro testimonio personal, el mundo que nos rodea, mi ambiente y circunstancia de vida, descubre en nosotros la luz nueva de la esperanza que nunca desaparece, o más bien transmito a mis hermanos una sensación de desaliento, de pesimismo, de cansancio?. Es que me vivo quejando de todo, como hacen muchos, y van transmitiendo a los que le rodean esa onda negativa. Decía un Padre el otro día “que hay que quejarse menos y rezar más”.

Dios quiera que al volver a casa la noche de vigilia pascual podamos contagiar, a pesar de todo lo negativo de la realidad que vivimos, a todos los que nos rodean la firmeza de ese encuentro con la Luz y la alegría de haber descubierto a Jesús y la esperanza de habernos dejado nombrar y tocar por Jesucristo, el Resucitado.

No podemos dejar de ver que al hablar de la luz tenemos también que grabarnos tres ideas fuerzas, tres pensamientos centrales: Tenemos que descubrir también que la Iglesia de la luz es la Iglesia de fe celebrada y compartida. Es la Iglesia de la fe recibida en la pobreza, rumiada en el silencio y anunciada en la profecía.

La Iglesia de la luz es la Iglesia de fe comunicada sencilla en el testimonio de la esperanza cristiana.

Transmitida con un testimonio personal que se traducirá en un constante esfuerzo de TRATAR DE SER COHERENTES. Es decir, que haya coherencia entre mi fe y mi vida.

Para ser testigos creíbles en mi ambiente cotidiano: familia, trabajo, comunidad, circunstancia de vida tengo que ser coherente. Obro en esto o en aquello como obraría Cristo?. Vivo lo que pienso?. Hago lo que digo?.

A veces me digo que todos tenemos algo de fariseos. Recuerdan como se refirió Jesús a ellos, les dijo ”sepulcros blanqueados” limpios por fuera y sucios por dentro. Siempre tenemos que estar matando al hombre viejo para que renazca el hombre nuevo. 

Tenemos que vivir o tratar de vivir para llegar a aquello que decía San Pablo. “Ya no soy yo quien vive sino que es Cristo quien vive en mi”.

El mundo está cansado de palabras, de versos y de chantas, lo que quiere de los cristianos son hechos, vida, un testimonio simple, concreto y lleno de fe.

No podemos perder el sentido de Cristo en nosotros. No podemos tener hasta a veces como vergüenza de manifestar nuestro testimonio cristiano.

Necesitamos en esta Pascua renovar nuestro compromiso con Dios, con la Iglesia y con los hermanos. Renovar nuestra Fe, Esperanza y Caridad.

No importan los momentos difíciles que nos tocan vivir. No importa la cruz que a veces me tiene que traspasar. Lo que importa es yo pueda ofrecer a todos los hombres que esperan el testimonio personal y el testimonio de una comunidad que realmente cree en Jesús que murió y resucitó.

También la LUZ de la vigilia pascual nos compromete a SER LA IGLESIA DE LA FE RECIBIDA, HECHA VIDA Y ANUNCIADA. ES DECIR LA IGLESIA DE LA PROFECÍA Y DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN.

Aquí cabe preguntarnos si somos conscientes de que realmente los cristianos somos profetas?. Es decir, si hemos descubierto que DEBEMOS ANUNCIAR A JESÚS  con la sencillez de la palabra y la transparencia del testimonio?. Tal vez por ahí creemos que ser profeta es exclusivamente denunciar las injusticias y llamar a la conversión a los que consideramos más responsables?.

Yo me pregunto y les pregunto si somos conscientes de la realidad que vivimos. La fotografía ya la mostramos y la analizamos. Son momentos ciertamente difíciles. De desorientación. De no pertenecer. Y dejamos que nos perforen los falsos profetas y los Medios de comunicación, el periodismo tendencioso, deformante de la realidad que envenena las mentes y los corazones. Y LA CORRUPCIÓN CRECIENTE QUE ES UNA VERDADERA LACRA QUE LO INVADE TODO Y CARCOME HASTA LAS MISMAS RAÍCES DE NUESTRA PATRIA.

Ser profetas es simplemente: si tengo a Cristo, tengo que dar a Cristo a los demás. Y mostrarles con mi testimonio de vida que resucitó y contagiarles la alegría del encuentro, la paz y la esperanza que Él me ha comunicado.

Finalmente, LA IGLESIA DE LA LUZ ES LA IGLESIA DE LA ESPERANZA.

Ya lo hemos dicho y lo repetimos una Esperanza auténticamente cristiana: de una Esperanza segura, de una Esperanza fraterna y de una Esperanza creadora.

Cuando en la noche de la vigilia pascual hagamos ese gesto tan simple recuerdan cuando la Iglesia está en tinieblas encenderemos en el cirio pascual nuestra propia luz y después iremos transmitiendo esa luz a otros. Nos iremos comunicando mutuamente la luz de la fe, nos contagiaremos la luz de la esperanza y nos uniremos profundamente en el amor. Y ese es el testimonio del cristiano.

El mundo tiene derecho a esperar de nosotros los cristianos, que la Pascua no sea una fiesta más que nos pase por arriba superficialmente como si nada hubiese pasado. Tiene derecho a esperar un cambio que algo nuevo ha sucedido en nuestros corazones.

Que nuestra fe sea verdaderamente un compromiso y no solo una celebración. Si realmente, como dije, lo tengo a Cristo en mi corazón lo tengo que dar con generosidad para ser constructor y protagonista de la historia para hacer una sociedad más fraterna, más justa y más humana.

Para transmitir a los hombres que viven en la pobreza, la riqueza de Cristo, a los hombres que sufren en la angustia, la seguridad de Cristo, a los hombres oprimidos por la tristeza y el desaliento, la alegría y la esperanza de Cristo. Él es la LUZ, Él nos iluminará, Él nos hablará.

Por eso es necesario que vivamos estos días más que nunca en profundidad interior, en oración, en silencio, en reflexión, en diálogo y en apertura con Dios Nuestro Señor.

Foto:



Que la Virgen de la Pascua nos haga vivir una vigilia más feliz, la más luminosa, la más fecunda de toda nuestra vida.


EL AGUA. 

El agua Bautismal - Nos convierte - Nos hace Nuevos.

Foto:





El segundo signo sensible es el EL AGUA.

El AGUA nos hace hijos en el Bautismo;
EL AGUA nos purifica en la conversión;
EL AGUA nos introduce en una comunidad de hermanos.

Tomamos el AGUA porque recuerdan que al entrar en el templo la noche de vigilia pascual, luego de haber encendido nuestras luces para transmitir el testimonio de la Resurrección de Jesús a nuestros hermanos , el sacerdote bendecirá el AGUA BAUTISMAL.

Pensemos un poco en el AGUA. El AGUA  QUE NOS LIMPIA NOS HACE NUEVOS Y NOS CONVIERTE.

En el AGUA FECUNDA  que nos hace HIJOS DE DIOS. En el AGUA SENCILLA QUE NOS HACE HERMANOS DE CRISTO Y DE TODOS LOS HOMBRES.

En la noche de la vigilia pascual cada uno de nosotros celebrará la fecha de su bautismo.

Si yo me preguntara y les preguntara cuál es el día del bautismo, no se si lo recordaríamos. Seguro que sí recodaríamos el día de nuestro nacimiento, porque seguro que lo festejamos todos los años. Pero el día del nacimiento como Hijos de Dios no lo recordamos. Por eso  en esa noche pascual vamos a celebrar literalmente nuestro nacimiento.

Por eso en esa noche vamos a comprometernos otra vez nuestra entrega total, definitiva al Señor.
En ese compromiso que asumimos en la noche de la vigilia pascual hay tres momentos:

1°) cuando el sacerdote nos dice ¿”renuncian a Satanás, a sus obras, a sus seducciones?” y nosotros responderemos: “sí, renunciamos”.
Es la noche de la renuncia, de la muerte al hombre viejo para que nazca el hombre nuevo, es la noche de la conversión;

2°) En segundo lugar el sacerdote pregunta:
¿”Creen en  Dios Padre que creó todas las cosas”?
¿”Creen en Dios Hijo que nos redimió uniéndonos con  el Padre”?
¿”Creen en el Espíritu Santo que vive en la Iglesia”?. Y nosotros responderemos: “Sí, creemos”.

3°) Y, finalmente porque es la noche fraterna el sacerdote nos dirá: “ahora vamos a rezar el Padre Nuestro”.

A la luz de esta renovación de nuestras promesas bautismales pienso que podríamos pensar en éstas tres cosas:

En el agua bautismal que nos limpia, purifica y nos llama a la conversión;

En el agua fecunda  que nos hace Hijos de Dios;

En el agua sencilla y fraterna que nos une como hermanos.

En primer lugar cuando pensamos en el agua lo primero que pensamos en que es algo que nos limpia, nos purifica. Esa es el agua bautismal que nos limpia del pecado y nos lleva a la Gracia, nos saca de las tinieblas y nos lleva a la Gracia; nos saca de las tinieblas y nos lleva a la luz; nos hace pasar de la muerte a la vida, es decir, del hombre-viejo que muere al hombre-nuevo que nace.

Por tanto, nos comprometemos a ser hombres nuevos mediante un proceso de continua conversión. Pero qué es convertirse. Es producir un a cambio –una metanoia--  de vida. Un identificarse con Cristo. Un tratar de vivir, de pensar y actuar como actúa Cristo. Esto es posible porque contamos con la Gracia del Señor. Esa conversión que tiene que ser diaria. Cristo se nos revela y nos comunica su amor todos los días de nuestra vida.

Foto:


Tenemos que vivir con la seguridad, la certeza que Dios nos espera todos los días. Darnos cuenta que hay algo de santo, de divino, de oculto en todas las situaciones y circunstancia aún las más comunes, algo que nosotros los laicos, es decir, los que no somos sacerdotes ni consagrados, debemos descubrir.

Es que no hay otro camino o sabemos o aprendemos a encontrar al Señor en nuestra vida diaria o nunca lo encontraremos. Dice Santo Tomás: “No tengo miedo a que Cristo pase porque en su infinita bondad no me dejara, tengo miedo que Cristo pase y yo no le salga a su encuentro”.

No puedo buscar al Señor exclusivamente en el templo. Lo tengo que descubrir en los acontecimientos humanamente absurdos e incluso dolorosos; lo tengo que encontrar a través de los hombres con que convivo: en mi trabajo y en mi profesión; a través de mi propia debilidad; a través del dolor y la esperanza, del sufrimiento y de la alegría. Tengo vivir siempre buscando el rostro del Señor. La conversión es una búsqueda permanente del Señor.

Hoy todos hablamos de la necesidad de nuevas estructuras, más justas, más humanas. De que se termine la coima y el negociado, la corrupción, la inseguridad. Y cuando hablo de corrupción lo hago en sentido amplio cualquiera sea el sector que se trate. Si queremos que todo esto cambie lo que necesariamente debe cambiar es el hombre. No hay no puede haber estructuras más justas, más humanas si el hombre no cambia radicalmente lo que tiene que cambiar.

La conversión supone todo esto y, en especial, la conciencia del pecado.


En segundo lugar dijimos que el bautismo nos comunica el agua que nos hace hijos de Dios.

Es el agua fecunda y regeneradora porque nos hace hombres nuevos.

Ahora tenemos que preguntarnos que hago yo para que nazca en mí este hombre nuevo.

El punto de partida es que ALGO –que me aparta de Dios—muera en nosotros.

San Pablo, nos dice que “es necesario morir la hombre viejo, que es necesario sepultarnos en la muerte de Jesús, para vivir una vida nueva”.
Si nos preguntamos ¿Cómo es ese hombre nuevo?. El hombre nuevo es un hombre libre, fraterno y señor de todas las cosas.

Es decir, un hombre que no se siente oprimido, dominado ni esclavizado por las cosas. El hombre libre es un hombre fraterno. Un hombre en quien no hay divisiones, que es coherente, que comprende, que descubre los problemas, las angustias y las tristezas de los hermanos.


Por tanto, el hombre nuevo no es un hombre que vive pensando en sí mismo, que se encierra en sí mismo. Es el hombre que sabe que Cristo resucitó y que lo transmite con el testimonio de su vida. Es el que se DÁ. Si tengo a Cristo lo tengo que dar a mis hermanos.

Veamos ahora el agua sencilla, común, cotidiana que nos hace hermanos.

Vamos a detenernos para ver uno de los pasajes más hermosos del Evangelio, uno de los que más me gustan: el de la Buena Samaritana (Jn 4, 1…).


Este pasaje del Evangelio según San Juan hace referencia a la analogía entre la obra del Espíritu Santo y el don del agua. El simbolismo se desarrolla en el diálogo que tiene lugar cerca del pozo de Sicar (pozo de Jacob) entre la samaritana y Jesús que le pide un poco de agua:”Dáme de beber” (Jn 4,7). La mujer se extraña porque el que pide es judío y los judíos no mantenían buenas relaciones con los samaritanos.

Pero Cristo responde: “Si conocieras el don de Dios y supieses quien es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva”(Jn 4,10) La samaritana se queda sorprendida por estas palabras.

Ahora, ¿qué es el agua viva? Jesús mismo lo precisa: “El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed”: el agua que yo le daré se convertirá en un manantial de agua que salta hasta la vida eterna” (Jn 4, 14).

Jesús habla del “agua viva”, es decir del amor de Dios que el Espíritu Santo Ha derramado en nuestros corazones. Se trata del amor divino que, en el hombre, se transforma en un manantial de vida eterna capaz de saciar todos sus deseos íntimos, no solo los temporales sino también en especial los eternos.

El mundo que nos rodea nuestro ambiente es un mundo que también está sediento y fatigado y pide de beber a los que tenemos el privilegio de tener el agua en nuestras manos. Nos pide de beber y nosotros por ahí, nos mantenemos ausentes, indiferentes, faltos de sensibilidad o por ahí nos sentimos superiores a los demás. 

Yo les tengo que dar de beber esa agua viva que es Cristo y lo tengo que hacer de un modo simple y sencillo sin imponerlo, con ternura, sobre todo con nuestro testimonio de vida, a través de mi vida contagiándoles a los demás a Jesús.


Foto:

Le pedimos a la Virgen Santísima, la Virgen de la Pascua, que nos ayude a prepararnos para ser verdaderamente luz del Señor, hijos nacidos por el agua fecunda como del seno materno de Nuestra Señora, hermanos serviciales los unos de los otros.


EL PAN – LA EUCARISTÍA.
Signos de Unidad - Unidos a Cristo - El hombre nuevo.

Foto:

Foto:

photo

El tercer signo sensible es el PAN – LA EUCARISTÍA.

Tomamos el PAN: 

1°) Como signo de unidad,
                               
2°) Como signo de fecundidad en la vida,
                               
3°) Como signo de alimento y fermento
                               
4°) Como signo de eficacia para cambiar.

PAN DE VIDA PARA LA VIDA DEL MUNDO.

1°) El pan como signo de UNIDAD. El pan nos une. Es cierto, acaso nuestra mesa, aunque sea la más sencilla no nos reúne. Cuando se trata de compartir algo profundo inmediatamente vamos a comer juntos. El pan nos une siempre, es así.

El PAN que JESÚS  nos dejó para la vida del mundo, el PAN  de su propio CUERPO, de su propia SANGRE  también tiene que unirnos. Es el PAN DE LA COMUNIDAD CRISTIANA.

Si es signo de unidad no puede, ni debe haber divisiones ni en mi, ni con mis hermanos. No puede haber divisiones en las comunidades. No podemos estar gritando que somos cristianos y hay divisiones. Tenemos que ser siempre promotores de la unidad. Ser siempre factor de unidad.

Primero en nosotros con esa coherencia de vida que hablamos anteriormente, en mi familia, en mi comunidad, en mi trabajo. No puedo colocarme del lado de aquellos que siempre están limando y serruchando a la comunidad sino más bien tenemos que estar construyendo todos los días la comunidad.

Luchando contra el egoísmo y contra los que con su actitud siembran la discordia y la desunión. Decía un  sacerdote amigo en cada comunidad hay siempre una silla vacía, la del demonio.

Siguiendo a San Pablo, hablando de la comunidades que estaban divididas decía: “unos dicen: “no yo soy discípulo de Pedro”; otros dicen “no yo soy discípulo de Pablo”; otros dicen “no Apolo es mucho más sabio e inteligente, yo soy de Apolo”. Y Pablo se molesta y dice: “Acaso Pablo fue crucificado por ustedes? ¿Acaso Cristo está dividido?. Y agrega: “Yo oigo que entre ustedes hay muchas divisiones y no es que vea que eso es bastante natural, lo que me preocupa es que se esté desgarrando desde lo más hondo a Cristo, al Señor.

Ustedes se están reuniendo, pero ya no celebran la cena del Señor, es decir la Eucaristía del Señor, porque mientras que otros comen en demasía y emborrachan unos se adelantan insensibles sin esperar que lleguen los demás, no hay una verdadera comunidad, no hay una familia. ¿Y así celebran la Cena del Señor, que es la cena de la familia, el pan que nos une, partidos, quebrados, divididos?. Eso no es la Cena del Señor.

Me pregunto y les pregunto siguiendo estas palabras de Pablo. ¿Acaso Cristo se ha partido? ¿Acaso Cristo se ha dividido?. Tal vez lo que tendríamos que pensar es si tenemos que vivir o tratar de vivir más desde la UNIDAD DE CRISTO Y SER UN FACTOR UN MEDIO PARA CONSTRUIR AUTÉNTICAS COMUNIDADES.

El jueves Santo ya dentro del triduo pascual  vamos a celebrar la Eucaristía con un sentido muy nuevo. Y pienso, de manera especial porque las celebraciones serán presididas por nuestro querido Card. Bergoglio PAPA FRANCISCO.

El Jueves Santo es la fecha de la institución del misterio de la EUCARISTÍA y de la institución del amor que es el SACERDOCIO es una fecha en que asumimos nuevamente el MANDAMIENTO DEL SEÑOR: “ámense los unos a los otros como yo los he amado”

Veamos bien como nos disponemos a esa celebración. Yo pienso que no tendríamos que celebrar sin la conciencia de que algo tiene que iluminarse en nosotros por el PERDÓN. Pensemos con toda sinceridad: Hay alguien a quien tenemos que perdonar, hay alguien por quien tenemos que morir, hay alguien por quien tenemos que entregarnos en una auténtica actitud de servicio.


Entonces el PAN FRATERNO, el pan de la unidad, el pan cotidiano nos hace uno en el Señor.  


2°) En segundo lugar el PAN NOS ALIMENTA. Un pan cuanto más sencillo y fraterno más nos alimenta. Porque un  pedazo simple de pan si no lo comemos en armonía en un clima de familia nos cae mal.

Es necesario el PAN para la VIDA, para la vida material. Es que traemos a la mesa como fruto de nuestro trabajo. Le vamos a pedir al Señor que nunca nos falte de este pan material. Le vamos a pedir que nos ayude en el trabajo y que no ayude conseguirlo si no lo tenemos y lo hemos perdido.

También es necesario el PAN de la VERDAD que se vá comunicando por la palabra, el ejemplo por las enseñanzas en escuela y en las universidades. Qué necesidad tiene hoy nuestra sociedad de ese PAN.

Falta el pan de la verdad en muchas mesas. Falta el pan de la cultura en muchas personas.

Pero hay otro PAN  más interior: EL PAN DE LA AMISTAD. Cuánto bien nos hace encontrar a alguien que nos comprende, porque nos ayuda y sobre todo alguien que se DÁ.

Amigo no es aquél que nos dá cosas sino aquél se dá a sí mismo. Que se abre. Hemos usado mucho este término desde el comienzo recuerdan APERTURA. Hemos transcurrido este rato en un clima de apertura, ciertamente, de darnos unos a otros con un gesto, con nuestra presencia según sea el caso. Hemos ido creando entre nosotros con la ayuda de Nuestro Señor, un clima DE AMISTAD, a través de este medio que Dios pone providencialmente en mis manos para comunicarme con tanta gente y de tantos lugares a veces tan lejanos pero a la vez tan cercanos. Decía que hemos creado un clima de AMISTAD. No es cierto.

Este PAN DE LA AMISTAD HACE MUCHA FALTA.  Porque hay muchos que no obstante, estar acompañados viven en soledad.

Hace falta también el PAN DE LA PALABRA nuestra: sencilla. Sincera y fraterna. Y, en especial, la PALABRA con mayúscula que es CRISTO EL SEÑOR manifestada, anunciada y comunicada a nuestros hermanos para ayudarlos a que encuentre el camino de Salvación.

PAN DE LA PALABRA ES PAN DE LA EUCARISTÍA. JESÚS HABLÓ MUCHO SOBRE EL PLADE VIDA. En Jn 6, 53-58 nos dice “Les aseguro que sino comen la carne del Hijo del Hombre”….

Nosotros aspiramos a la VIDA, porque fuimos creados para la vida, para la alegría y para la comunión. Tenemos que comer de este PAN Y ESTE PAN ES JESÚS. ÉL se nos dá en su PALABRA y nosotros lo recibimos por la fe en nuestros corazones. JESÚS se nos comunica entonces EN SU CARNE Y EN SU SANGRE POR LA EUCARISTÍA.

Si a la luz de todo lo que hemos dicho hasta aquí pensamos sobre el HAMBRE que tiene hoy el mundo cuál es. Hay en primer lugar HAMBRE DE JUSTICIA. Ya hemos visto a fotografía de nuestra realidad. Sabemos que hay innumerables injusticias que son obstáculos para que los hombres sean libres- Por todo lo que hemos dicho hay HAMBRE DE JUSTICIA  Y TAMBIÉN HAMBRE PAZ.  Y el cambio de todo esto depende que nos decidamos TODOS A REALIZAR COTIDIANAMENTE LA JUSTICIA.

Hay HAMBRE DE ESPERANZA. No es posible que cedamos a todos los obstáculos. A veces nos parece que la Esperanza ha muerto en el corazón de muchos cristianos. Así vemos, como dijimos, como se extiende el pesimismo que todo lo paraliza; la tristeza; la envidia, el poner el palos en la rueda, en frenar al que va adelante. A pesar de todo esto la Esperanza no pasa, no muere. Sin esperanza no construimos nada.

A todos aquellos que a nuestro alrededor se sienten que los problemas lo desbordan, lo sobrepasan. A los que se sienten solos, tristes que están aplastados y sin fuerzas, los que ven que todo es un desastre, que les parece que nada puede cambiar, tenemos que gritarles. “Levántate, ánimo y coman. Coman de la PALABRA Y CUERPO DEL SEÑOR, LA EUCARISTÍA.

Sean verdaderos cristianos sigan andando. Aunque algunos digan que nada puede cambiar luchar por un mundo  nuevo, luchar por la verdad.

EL PAN DE LA LIBERACIÓN.Pensemos ahora en el PAN DE LEVADURA Y DEL FERMENTO. Después de haber comido el Cuerpo del Señor en la Eucaristía volvemos al mundo (ya lo dijimos nuestro campo propio, el de los laicos) y seguimos nuestra tarea en la vita cotidiana en nuestro trabajo, en nuestra profesión, en nuestra familia.

Si realmente somos levadura en la masa somos fermento, tenemos que estar dispuestos a que el hombre nuevo actúe también de una manera nueva y con su testimonio de vida transforme su ambiente, su m2, y, su circunstancia de vida.

Tenemos que ser fermento y levadura de Dios. Esto implica dos cosas:

1°) Estar muy adentro de la historia. No al margen, no al lado. No ausente, no indiferentes, sino muy adentro. Es decir, no puedo borrarme o hacerme el burro. Tengo que jugarme. No puedo tener miedo. Tengo solidarizarme. Recuerdan “si tengo a Cristo lo tengo que dar”, con mi testimonio, con mi aporte diario, voy construyendo la historia y desde adentro voy ayudando para que las estructuras sean cada día más justas y más humanas.

PAN DE LA LIBERACIÓN. Una proclamación auténtica del Evangelio está íntimamente unida es inseparable de la LIBERACIÓN PLENA del hombre y de los pueblos. Por tanto, el Evangelio (la Buena Nueva) es el anuncio de la SALVACIÓN DE TODO HOMBRE Y DE TODOS LOS HOMBRES.

Por eso la nueva evangelización debe estar unida íntimamente a la PROMOCIÓN HUMANA y a la LIBERACIÓN PLENA. Pero no se identifica simplemente con ella.

Me explico, cuando la evangelización es auténtica lleva necesariamente a la promoción integral y a al liberación humana. Es verdadera nace de las fuentes del Evangelio y se consuma, se realiza, por la fe y la caridad, en CRISTO VIVO.

Es cierto, por tanto, que no podemos separar la evangelización de la promoción humana pero tampoco podemos sencillamente identificarnos como si toda promoción humana fuera ya por ello el anuncio del Evangelio.

Hay que tener bien claro que la riqueza de la liberación en su sentido evangélico . CRISTO ha venido “a quitar el pecado del mundo” (Jn 1,29). La esclavitud primera de la que nos libera CRISTO, es el pecado “Esta es la libertad que nos ha dado CRISTO” (Gal 5, 1).

De ahí se desprende luego la liberación a todas las servidumbres derivadas del pecado: el egoísmo, las injusticias , las miserias, la opresión y muerte.

La liberación cristiana coincide con la salvación. Y para ayudarnos a peregrinar a caminar, a 
avanzar, a crecer, a liberarnos EL SEÑOR NOS DEJÓ EL PAN DE VIDA, LA EUCARISTÍA.


Photo:

Revista Eclessia 14-4-2017 mp4

MARÍA MADRE DE DIOS SEÑORA DE LA ESPERANZA Y DE LA PASCUA DE LA RESURECCIÓN.

Pidamos a María Madre Dios Señora de la Esperanza y de la Pascua de Resurreción y a Nuestro Señor Jesucristo por todos, en especial por los más pobres tanto en lo material como en lo espiritual, que el señor nos conforte y nos conceda una 
“Feliz Pascua de Resurreción” 


Foto:
   ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!     

JMP+








No hay comentarios:

Publicar un comentario